lunes, 15 de diciembre de 2014

Nunca diré que todos los hombres son iguales, porque no lo son, lo que si puedo decir, es que me han decepcionado.

Creo que la decepción implica tener algún tipo de expectativa, la cual se derrumba, se cae, se destruye -y no se transforma-, se derrite, explota, y abre el paso a la ya mencionada, decepción.

La primera decepción que recibí que recuerdo mejor que nada fue una vez que tenía como 5 años, mi papá me mandó a ordenar los zapatos de mi pieza, yo no había hecho mucho ya que a esa tierna edad todo era más interesante que los zapatos, -que irónicamente, ahora son un pedacito hermoso de mi mundo-. La cosa es que no los ordené en el tiempo que mi papá estimaba prudente, por lo que pateó mi nuca, y me dijo gritándome, enojado: "Por qué no ordenai la cagá, hazlo antes de que te mate de una pura patá cabra e mierda" (traumas infantiles in coming)
La primera decepción fundada en que la persona que debe protegerte, te daña.
La decepción y sumisión permanente, porque nunca recibirás un perdón.

Si lo piensan bien, en realidad son pocas las personas que nunca te han decepcionado, pero me pasa que con los hombres es distinto. A las mujeres no las puedo amar carnalmente, a los hombres si, pero ya no me dan ganas de amar a ninguno.

Voy a seguir mañana porque con la noshe no me fluyen las letras po neña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario